La política en España explicada con un chiste…

Personajes de ese gran teatro que es el
Congreso de los Diputados Español

Se acercaba una reuníón de los ministros de fomento de la Unión Europea. Una vez realizada la reuníon que fue densa, polémica y muy agotadora el ministro alemán invitó al español a su casa para relajarse un rato (y así de paso fardar un poco).

Cuando el coche del ministro (Un Audi A8 blindado, de 600CV y conexión a Internet vía satélite) llegó a la mansión el ministro español quedó totalmente sorprendido y dijo desde el asiento de atras:

– ¡Pero Klaus! ¡Menuda choza tienes! 

La ‘choza‘ era en realidad un chalecito muy mono a las afueras de Berlín con su piscina, su perro (con su caseta) y toda la seguridad que los alemanes pueden proporcionar a alguien, que es mucha.

En esto el alemán le invita a pasar y le va mostrando las habitaciones:

– Aquí, señor Romerales, los niños tienen un pequeño espacio, de unos 50 metros cuadrados, para que puedan jugar cuando hace mal tiempo…

Más adelante, le enseña una imponente cocina, el enorme salón, los baños de diseño… hasta que llegan a la biblioteca del ministro Strügen de nombre Klaus … cuando el Sr. Romerales empezó a farfullar:

– Veamos, Klaus… Alemania es una nación rica, con una gente excelente que trabaja hasta la extenuación y tú eres un ministro de fomento… pero ¡no me puedo creer que con el sueldo que te pagan puedas tener esta mansión! ¡Explícame donde está el truco!

Ante esta declaración, Klaus, que además era un alemán de los de toda la vida – enorme, robusto, pero algo feo y con bigote – le sonrió con esa sonrisa conspirativa que conocemos todos y le dijo:

– Claro, Señor Romerales, acepte este cuba libre y acérquese conmigo, por favor, a la ventana.

Una vez en la ventana, donde se veía un paisaje idílico y típico alemán con sus arbóles y todo lo asociado a ellos el ministro señaló con el dedo hacia el horizonte donde se veía una ‘autobahn‘ o autopista en cristiano que decimos nosotros. La autopista estaba iluminada, tenía tres carriles por sentido, los guardarraíles eran a prueba de motoristas suicidas y además no tenía una sola curva ni pendiente…

De pronto, Klaus preguntó:

– ¿Ve usted, José, la autopista? 

José, que era el nombre del ministro español, con una cara de asombro indescriptible le respondió:

– ¡Como para no verla! ¡Qué maravilla! 

En ese momento el ministro alemán se volvió hacia el español y le hizo un gesto con la mano derecha como si se llevara ‘algo‘ al bolsillo de la chaqueta y dijo:

– Pues …. el 5% del presupuesto imagina dónde terminó. 

El señor Romerales, abriendo mucho lo ojos, se queda parado unos momentos y luego empezó a reírse a carcajadas.

Cuatro años después, se vuelve a realizar otra maratoniana reunión de ministros de fomento, con sus habituales rifirafes y polémicas; pero en este caso se celebra en España.

Como no podía ser de otra manera, el señor Romerales (que aún era ministro) le devolvió el cumplido e invitó al ministro alemán que mira tú por dónde era todavía Klaus Strügen y le llevó en su coche oficial a su hogar …. 

El coche en el que iban, si a ‘eso‘ se le puede llamar coche, era Un Hummer H1 tuneado con las habituales características : 1200CV, tracción a las cuatro ruedas, luces y leds como las de una feria, un alerón atrás que incorporaba un sistema antimisiles tierra-aire, etc … Por cierto, el color no era muy llamativo : marrón mierda. 

Al llegar a la … casa del señor Romerales el ministro Klaus, que iba sentado en un sillón de la tercera fila del vehículo, soltó una palabrota : 
– ¡MNNHANSTOODLLE! 
 
Como yo no sé alemán, y supongo que muchos de vosotros tampoco ( aunque algunas sí ) lo traduciremos como :
– ¡LA MADRE QUE PARIÓ A PANETE, QUE AGUSTO SE QUEDÓ! 
 

Lo que veía el alucinado ministro alemán era una mansión de estlo similar a la de Michael Jackson pero que era apenas dos veces y media más grande. Despues de recorrer como unos cinco kilómetros por los dominios de José Romerales (con todas las atracciones habidas y por haber: campo de golf, un pequeño lago artificial, un centro comercial, etc.) llegan a su destino.

Llamarlo garito es un insulto, pero para que os hagáis una idea el Palacio de Buckingham a su lado parecería la caseta del perro. Hablando de perros: no había un can, sino una jauría de perros con sus cuidadores y veterinarios correspondientes.

El bábaro ya no decía nada, pero su cara iba cambiando de color tornándose más blanca a cada momento.

Una vez dentro de la casa, el ministro español le indicó al alemán que cogiera el scooter rojo y que le siguiera por el pasillo de unos cinco metros de ancho. Se volvió en la moto y le expetó:

– Es que con la moto, acabamos antes, y despues podremos ir a la biblioteca a relajarnos. 

Fueron pasando por las distintas áreas de esta… mansión: el complejo gastronómico, la zona infantil, la sección de mayordomía, el conjunto de habitaciones con jacuzzi y los salones para fiestas y actos oficiales… y así un largo etcetera (¡Si no, no acabamos el chiste, diantre!).

El ministro español tuvo que hacer dos pausas porque Klaus se cayó del scooter varias veces durante el recorrido … 

– Perdona, José, pero yo estoy acostumbrado a mi coche y las motos … 

El español asintió amablemente ante esta confesión, puso cara de póquer y pensó que las caídas del bábaro eran el resultado de alucinarse con tanta riqueza y esplendor doméstico.

Una vez en la biblioteca el alemán consiguió recuperar su voz y le preguntó con un tono muy agudo:

– ¡José! ¡Por Dios! España lleva ya unos años en la Unión, tu país ha tenido muchas ayudas. Habéis progresado mucho en muy poco tiempo… pero… ¡ESTO!… ¡No me puedo creer que con tu sueldo de ministro te permitas estos lujos!.

Mientras tanto, dos mujeres jovenes, de formas imponentes y muy guapas a las que incompresiblemente se les había olvidado vestirse se acercaron a los ministros. En sus manos llevaban un combinado que los jovenes de nuestro país suelen llamar «Sentencia de Muerte«.

El ministro local se apercibió y volvíéndose hacia Klaus le preguntó:

– ¿Deseas, aparte de la bebida, algún otro servicio de estas damas? ¿Sabes? Son muy amables y atentas…

Klaus las miró de arriba y abajo y durante un momento su cara fue como la de aquél dios griego llamado Sátiro (Traducción: empezó a babear de manera alarmante), pero en cambio, cogió su bebida y respondió:

– No gracias, José. Mi MUJER también es muy amable pero lo sería menos si se enterase de estas… atenciones.

Las mujeres se inclinaron ante ellos y desaparecieron por donde habían venido. El ministro alemán se mareó un poquito ante tanto movimiento de glúteo. Se recuperó y volviéndose nuevo hacia José exclamó:

– ¡A ver, a ver! ¿Cómo narices lo haces?, ¡Y no me digas que es con tu sueldo! 

Se mostró una sonrisa lobuna de oreja a oreja en la cara de José que le respondió:

– No, con el sueldo sólo no. Pero aquí tambien tenemos proyectos, como muy bien sabes. Acércate a la ventana, por favor y contempla…

El ventanal daba a un campo reseco de cardos y malas hierbas. Algún árbol raquítico se podía ver por varias zonas. A lo lejos se extendía un camino lleno de baches que serpenteaba. Un pastor con unas ovejas tostábanse a 42 grados de temperatura … 

En ese momento, José Romerales, ministro de fomento de España, se volvió hacia Klaus Strügen, ministro de fomento de Alemania y le preguntó:

– ¿Ve usted la autopista? 

Klaus despues de un buen rato silencioso, respondió con un hilo de voz:
 – Francamente, no.

José hizo el gesto de llevarse algo al bolsillo de la chaqueta y le soltó :

Pues el 10 por ciento…

¿Qué pasa con la Ingeniería de Informática?

Hoy y ayer llevo recibiendo noticias, dimes y diretes sobre la des-regulación de nuestra profesión, la única ingeniería que no tiene Colegio y que, al parecer no está «regulada« como otras ingenierías … 

Escudo de la Ingeniería de Informática

Es decir, los planos de una casa sólo los puede firmar un arquitecto y estará refrendado por el Colegio de Arquitectos, un proyecto de puente es responsabilidad de un Ingeniero de Obras Públicas o de Caminos y sólo pueden firmar éstos (refrendados también por el Colegio de Ingenieros de Caminos) y todo con el beneplácito y validez legal del Ministerio competente ….
 
¿Y en Informática? …. emmm …. ummm … Va a ser que no. Y parece que hace unos días el Ministerio de Educación (o el de Ciencia e Innovación, no sé), ha hecho «algo» que ha puesto en pie de guerra a los profesionales informáticos, a los estudiantes de informática y a los catedráticos, profesores y rectores de las Facultades de Informática … y ha sido tal la reacción que al parecer estamos convocados a una huelga para el dia 19 de este mes … 

Aunque mucho me temo que poca va a ser la asistencia a ésta … Si queréis información más detallada y precisa del tema podéis visitar la página de Enrique Barreiro … 
 
En cuanto a lo que yo opino sobre la situación de los informáticos en nuestro país (ya sean ingenieros con titulación oficial como privada, como es mi caso) MEJOR ME CALLO porque podría herir la sensibilidad de algunas personas …  

Madrid Skyline (Reloaded)

La entrada que publiqué sobre el sky line de Madrid me dejó mal sabor de boca, puesto que aunque se veía la línea de cielo de Madrid; lo que más destacaba son las obras de Miramadrid con sus calles, ladrillos, farolas sin pintar, etc.

El problema es que para hacer unas fotos más decentes hay que irse al balcón y además disponer de un trípode que, afortunadamente, me ha dejado un amigo este fin de semana.

Así que he montado en mi coche y he subido a Paracuellos del Jarama dirigiéndome al Balcón, desde el cual he hecho las siguientes fotos.

Vista general de Madrid desde el balcón de Paracuellos…

Un avión despegando desde una de las nuevas pistas…

Las poblaciones de Alcobendas y San Sebastian de los Reyes…

Un avión en la cabecera de la pista esperando a despegar…

El Balcón de Madrid visto desde el barrio de Barajas…

La escultura en el Balcón de Madrid (Paracuellos)…

Más chulos que el Señor de los Anillos, nosotros cuatro torres…

La torre de control del Aeropuerto de Barajas…

El pirulí de RTVE al fondo, en el centro los túneles de la M111 que atraviesan el aeropuerto por debajo de las pistas y salen al barrio de Barajas por el otro lado…

Y no, no me olvido, ya queda muy poco, para esos dos artículos que prometí hace unos días…

Algunas muestras de la belleza de Galicia…

Saludos pasados por agua a todos…

Haciendo caso a mi browning partner, Alberto, voy a mostraros una pequeña (como me pase de 50 MB los de Prominic le van a quitar unos cuantos dólares más a mi tarjeta de credito…) muestra de mi paso máscortoqueestafrase, por Galicia.

No voy a hacer comentarios sobre las fotos. Estas imágenes, en mi opinión, valen más que todas las palabras que tuvo, tiene o tendrá este sitio a lo largo de su período de existencia.

Por último, sabed que si una imagen os parece fea, no es por culpa de Galicia… sino por la del «profesional de las ñapas», tambien conocido como «el impresentable», que dice que usa una camara digital y tal.



Aviso de la Asociación en Defensa del Paisaje: Ningún paisaje fue dañado durante la realización de estas… fotografías. Tampoco el individuo de verde… porque es imposible que se dañase más…

En total hice más de 600 fotos en esos cuatro días … eso es lo bueno de la fotografía digital… ¿más carrete? Te vas a la tienda y te pillas una SD de 4 GB y tienes para un mes… jejeje.

Un abrazo para todos y no os ahogueis… (falta hacía que lloviera, vive Dios).

Páginas que suelo visitar …

Bueno, bueno … os voy a contar algo sobre mis hábitos de navegación, pero solo «algo», no todo …. jejejeje.

Aparte de repasar frecuentemente lo que publican los otros miembros del Notesring (Saludos para Alberto, que ahora mismo está postrado en su casa debido a su excesivo entusiasmo con las pachanguitas) tengo la costumbre de leer los artículos de algunas bitácoras que no tienen nada que ver con Notes/Domino pero que, en mi modesta opinión, merecen la pena.

No voy a poner todas, porque sería la lista muy larga pero aquí tenéis una muestra de algunas :

Y tambien suelo visitar portales y foros como los siguientes :

  • Libertonia con el eslogan Las noticias que le interesan. Si no le interesan tenemos otras.
  • BOFHers con el eslogan Las historias que usted preferiría no oir. Si le gustan, se las borraremos.

Podría seguir añadiendo más enlaces, pero creo que con éstas ya os podéis hacer una idea …

Minivacaciones en Galicia

Bueno, como todo no va ser Notes/Domino (¡Dios, que infernal sería) voy a hablaros un poco de mi viaje y minivacaciones (cinco días) a Galicia.

Como decía, fueron sólo cinco días pero bien aprovechados. He ido con mis padres, que ya son mayorcitos; por lo que los he llevado en mi coche sin reparar en gastos :-), osea, pagando todos y cada uno de los peajes, sobre todo en los trayectos entre localidades de Galicia.

Nos hospedamos en un hotel de dos estrellas llamado Atlántico en la ciudad de Vigo, cerca de la zona antigua y a unos setecientos metros, más o menos del puerto. El hotel era, y es, bastante apañado, buen servicio y amabilidad, y por tener, tenía hasta red wireless (¡y eso en un hotel de dos estrellas!). Ciertas noches cenamos en su restaurante y os puedo decir que todo lo que servían estaba delicioso (cena ligera, no penséis en corderos asados ni pistos manchegos, ¿eh?).

Como solo teníamos cinco días planificamos ver pocos lugares pero dedicándoles de medio a un día. Así visitamos Santiago de Compostela, La Coruña, Vigo, la isla de Arosa, San Xenxo y Baiona.
Como no quiero enrollarme mucho lo diré de forma concisa:

  • Parajes preciosos (más de 600 fotos).
  • Gastronomía excelente y a precios razonables.
  • Gente amable, sencilla y servicial con los foráneos.
  • Gran riqueza cultural e histórica.
  • Tienen (y tenemos) un problema grave con los incendios, de los cuales el 110 % son provocados por gente que son pagadas por ciertas «personas» con oscuros intereses económicos (venta de madera, recalificación de terrenos, etc.) o simple venganza (cotos de caza, etc.). Corregidme si me equivoco pero me pregunto porqué no ha habido una manifestación «nunca mais» sobre esto ni se ha montado el pollo que se montó con lo del puñetero petrolero …Esto es tan grave como aquello.

Evidentemente, para conocer en plan bien Galicia, hace falta estar al menos un mes, pero peor es no visitarla nunca. Por cierto, que pienso volver en cuanto tenga oportunidad.

Os dejo como muestra una foto (redimensionada) de la costa de la Coruña, muy cerquita de la Torre de Hércules :

Madrid Skyline

Curiosamente y a pesar del calor la atmósfera estaba lo suficientemente limpia para observar la línea del cielo de Madrid … y sus obras ….

Madrid, desde Paracuellos del Jarama

La foto fue tomada cerca del barrio nuevo de Miramadrid en el pueblo de Paracuellos del Jarama. Desde éste pueblo podemos realizar fotos espectaculares de Madrid (cuando el tiempo y la contaminación nos dejan) y por ello tambien se le llama «El Balcón de Madrid».

La Biblioteca Universal (II)

– Lo veremos en un instante – respondió el profesor, tomando el lápiz -. Bien, supongamos que se empaquetase la biblioteca en cajas de mil volúmenes, y que cada caja tuviese la capacidad exacta de un metro cúbico. Todo el espacio hasta las más lejanas galaxias en espiral conocidas no podría contener la Biblioteca Universal. De hecho, se necesitarla tantas veces este espacio, que el número de universos empaquetados vendría representado por una cantidad con únicamente unos 60 ceros menos que la cantidad que indica el número de volúmenes. Sea cual sea la forma en que tratemos de visualizaría, no lo conseguiremos.

– Yo siempre pensé que sería infinita – dijo Burkel.

– No, ése es exactamente el quid de la cuestión. El número no es infinito, es una cantidad finita, las matemáticas que hemos empleado no tienen fallo alguno. Lo que resulta sorprendente es que podamos escribir en un trocito de papel el número de volúmenes que comprenderían toda la literatura posible, algo que, a primera vista, parece ser infinito. Pero si después tratamos de visualizarlo…, por ejemplo, tratamos de hallar un volumen específico, nos damos cuenta de que no podemos abarcar lo que, por otra parte, es un pensamiento muy claro y lógico que nosotros mismos hemos desarrollado.

– Bueno – concluyó Burkel -, la coincidencia actúa, pero la razón crea. Y por esto, mañana me escribirá usted todo esto con lo que hoy nos ha divertido. De esta forma conseguiré un artículo para mi revista que me podré llevar conmigo.

– De acuerdo. Se lo escribiré. Pero le advierto que sus lectores van a llegar a la conclusión de que se trata de un extracto de uno de los volúmenes superfluos de la Biblioteca Universal.

La Biblioteca Universal (I)

(Die Universalbibliothek – 1901)

Autor : Kurd Lasswitz

– Venga a sentarse a mi lado, Max – dijo el profesor Wallhausen -, y deje de rebuscar en mi escritorio. Le aseguro que en él no hay nada que pueda utilizar para su revista.

Max Burkel se acercó a la mesa de la sala de estar, se sentó lentamente y tendió la mano hacia la jarra de cerveza.

– Bueno, entonces prosit. Me alegra volver a estar aquí­. Pero, diga usted lo que diga, sigue teniendo que escribir algo para mí­.

– Por desgracia, no tengo ninguna buena idea en este momento. Además, ya se están escribiendo y, desgraciadamente, imprimiendo demasiadas cosas superfluas…

– Eso es algo que no necesita decírselo a un director de revista tan atareado como su seguro servidor. Sin embargo, mi pregunta es:  ¿Qué es lo realmente superfluo? Los autores y su público no logran ponerse de acuerdo en absoluto al respecto. Y lo mismo ocurre con los directores de revista y los críticos. Bueno, mis tres semanas de vacaciones acaban de empezar. Mientras tanto, que se preocupe mi ayudante.

– A veces me he preguntado – dijo la señora Wallhausen – cómo puede seguir encontrando usted algo nuevo que publicar. Me parece que, en la actualidad, ya debe de haberse escrito todo lo que puede ser expresado con palabras.

– Cabría pensar eso, pero la mente humana parece ser inagotable.

– Querrá decir en sus repeticiones.

– Bueno, sí – admitió Burkel -. Pero también en lo referente a nuevas ideas y expresiones.

– De todos modos – meditó el profesor Wallhausen -, uno podría expresar en letras de molde todo lo que pueda ser dado a la Humanidad, ya sea información histórica, conocimientos científicos de las leyes de la naturaleza, imaginación poética, todas las formas de expresión, e incluso las enseñanzas de la sabiduría. Dado, claro está, que todo ello pueda ser expresado en palabras. Después de todo, nuestros libros conservan y propagan los resultados del pensamiento. Pero el número de combinaciones posibles de una cierta cantidad de letras es limitado. Por consiguiente, toda la literatura posible debería poder ser impresa en un número finito de volúmenes.

– Mi querido amigo – intervino Burkel -, ahora está hablando usted más como un matemático que como un filósofo.  ¿Cómo puede toda la literatura posible, incluida la del futuro, caber en un número finito de libros?

– En un momento le calcularé cuántos volúmenes se necesitarían para constituir una Biblioteca Universal.  ¿Quieres -se volvió hacia su hija- darme una hoja de papel y un lápiz de mi escritorio?

– Trae también la tabla de logaritmos – añadió Burkel, bromeando.

– No es necesario; no lo es en lo más mínimo – declaró el profesor -. Pero ahora, mi literario amigo, tiene usted que ayudarme. Dígame: si somos frugales y eliminamos los diversos tipos de letra, escribiendo únicamente para un lector hipotético que esté dispuesto a soportar algunos inconvenientes tipográficos y sólo esté interesado en el contenido…

– No existe tal lector – dijo con firmeza Burkel.

– He dicho  «lector hipotético ».  ¿Cuántos caracteres diferentes se necesitarían para imprimir todo tipo de literatura?

– Bueno – dijo Burkel -, limitémonos a las letras mayúsculas y minúsculas del alfabeto latino, los signos de puntuación acostumbrados, y los espacios que separan las palabras. Todo esto no sería mucho. Pero, para las obras científicas, la cosa varia. Especialmente las de ustedes, los matemáticos, que utilizan una enorme cantidad de símbolos.

– Que podrían ser reemplazados, de mutuo acuerdo, por pequeños índices tales como a1, a2 y a3, y a1, a2 y a3, añadiendo únicamente dos veces diez caracteres. Uno podría incluso usar este sistema para escribir palabras de los idiomas que no usan el alfabeto latino.

– De acuerdo. Quizá su lector hipotético o, mejor dicho, ideal, estaría dispuesto a aceptar también esto. Bajo esas condiciones, probablemente podríamos expresarlo todo con, digamos, un centenar de caracteres.

– Bien, bien. Ahora,  ¿de qué tamaño desea que sea cada volumen?

– Me parece que uno podría agotar bastante bien un tema con unas quinientas páginas de libro. Digamos que hay cuarenta líneas por página y cincuenta caracteres por línea, o sea que tendremos cuarenta veces por cincuenta veces por quinientas veces, y eso nos dará el número de caracteres por volumen, es decir… Calcúlelo usted.

– Un millón – dijo el profesor -. Por consiguiente, si tomamos nuestro centenar de caracteres, lo repetimos en cualquier orden lo bastante a menudo como para llenar un volumen con espacio para un millón de caracteres, obtendremos algún tipo de obra literaria. Así que, si producimos mecánicamente todas las combinaciones posibles, lograremos al fin todas las obras que han sido escritas en el pasado o que puedan escribirse en el futuro.

Burkel dio una palmada en el hombro a su amigo.

–  ¿Sabe? Me voy a suscribir ahora mismo. Eso me suministrará todos los futuros volúmenes de mi revista; no tendré que seguir leyendo manuscritos. Es algo maravilloso, tanto para el director de una revista como para su editor:  ¡la eliminación del autor del negocio literario!  ¡El reemplazo del escritor por la imprenta automática!  ¡Un triunfo de la tecnología!

–  ¿Cómo? – exclamó la señora Wallhausen -.  ¿Decís que todo estará en esa biblioteca?  ¿Las obras completas de Goethe?  ¿La Biblia?  ¿Las obras de todos los filósofos clásicos?

– Sí, y con todas las variaciones en las que nadie ha pensado aún. Encontrarías las obras perdidas de Tácito y su traducción a todos los idiomas, vivos y muertos. Además, todas las obras futuras de mi amigo Burkel y mías, todos los discursos ya olvidados, y los que aún deben ser pronunciados, de todos los parlamentos, la versión oficial de la Declaración Universal de la Paz, la historia de todas las guerras subsiguientes, todas las redacciones que todos nosotros escribimos en el colegio y en la universidad…

– Me hubiera gustado haber podido disponer de ese volumen cuando estudiaba – dijo la señora Wallhausen -.  ¿O serían volúmenes?

– Probablemente volúmenes. No olvides que el espacio entre palabras es también un carácter tipográfico. Un libro quizá contuviese una sola línea, y todo el resto estuviera vacío. Por otra parte, incluso las obras más largas tendrían cabida, puesto que, caso de no caber en un volumen, podrían ser continuadas a lo largo de varios.

– No gracias. Encontrar algo ahí sería un verdadero problema.

– Sí, ésa sería una de las dificultades – dijo el profesor Wallhausen con una sonrisa complacida, contemplando el humo de su cigarro -. Claro que, a primera vista, uno podría pensar que esto quedaría simplificado por el hecho mismo de que la biblioteca tiene que contener por definición su propio catálogo e índice…

–  ¡Excelente!

– El problema sería hallarlo. Además, aunque uno encontrase un volumen índice, no le serviría de nada, dado que el contenido de la Biblioteca Universal se halla reflejado en un índice no sólo correctamente, si no de todas las maneras incorrectas y equivocas posibles.

–  ¡Diablos! Por desgracia, eso es cierto.

– Sí habría un cierto número de dificultades. Digamos que tomamos un primer volumen de la Biblioteca Universal. Su primera página está vacía, y también lo están la segunda, la tercera y las demás quinientas páginas. Éste es el volumen en el que el  «espaciado » ha sido repetido un millón de veces.

– Al menos ese volumen no contendrá ninguna tontería – observó la señora Wallhausen.

– Menudo consuelo. Pero tomemos el segundo volumen. También está vacío, hasta que en la página quinientos, línea cuarenta, al final, hay una solitaria  «a » minúscula. Lo mismo ocurre en el tercer volumen, pero la  «a » ha adelantado un lugar. Y a partir de ahí la  «a » va avanzando lentamente, lugar a lugar, a través del primer millón de volúmenes, hasta que alcanza el primer espacio de la página uno, línea uno, del primer volumen del segundo millón. Las cosas continúan de esta manera durante el primer centenar de millones de volúmenes, hasta que cada uno de los cien caracteres ha efectuado su solitario viaje desde el último al primer lugar de la línea de libros. Luego lo mismo ocurre con la  «aa », o con cualquier combinación de otros dos caracteres. Y un volumen puede contener un millón de puntos, y otro un millón de interrogantes.

– Bueno – dijo Burkel -, debería ser fácil reconocer y eliminar tales volúmenes.

– Quizá. Pero aún falta lo peor. Eso sucede cuando uno ha encontrado un volumen que parece tener sentido. Digamos que uno desea refrescar su memoria acerca de un pasaje del Fausto de Goethe, y logra alcanzar un volumen que parece tener sentido. Pero cuando ha leído una o dos páginas, todo pasa a ser  «aaaaa », y esto es lo único que hay en el resto de las páginas del libro. O quizás uno halle una tabla de logaritmos. Pero no puede saber si es correcta. Recordad que la Biblioteca Universal contiene todo lo correcto, pero también todas las variaciones incorrectas posibles. De la misma forma, uno tampoco puede fiarse de los títulos de los capítulos. Un volumen puede comenzar con las palabras  «Historia de la Guerra de los Treinta Años », y luego decir:  «Tras las nupcias del príncipe Blacher con la reina de Dahomey, que fueron celebradas en las Termópilas… », ya saben lo que quiero decir. Naturalmente, nadie quedará en ridículo por esto. Si un autor ha escrito las tonterías más increíbles, estarán naturalmente en la Biblioteca Universal. Aparecerán bajo su nombre. Pero también estarán firmadas por William Shakespeare, y por cualquier otro autor posible. Encontrará uno de sus libros en el que tras cada frase se asegure que todo aquello son tonterías, y otro en el que se diga, tras las mismas frases, que constituyen la más prístina de las verdades.

– Ya basta – exclamó Burkel -. En cuanto comenzó usted a hablar, supe que esto iba a ser una broma. No me suscribiré a su Biblioteca Universal. Sería imposible separar lo cierto de lo falso, lo que tuviera sentido de lo que no lo tuviera. Si voy a encontrar varios millones de volúmenes que afirman ser todos la verdadera historia de Alemania durante el siglo XX, y todos ellos se contradicen, me valdrá más seguir leyendo los originales de los historiadores.

–  ¡Muy astuto por su parte! Porque, de otro modo, se enfrentaría con una tarea imposible. Pero no estaba tratando de gastarle una broma, como usted pretende. Nunca afirmé que se pudiera utilizar la Biblioteca Universal; simplemente dije que era posible calcular, exactamente, cuántos volúmenes se necesitarían para que una tal Biblioteca Universal contuviera toda la literatura posible.

– Adelante, calcúlalo – dijo la señora Wallhausen -. Podemos ver que esta hoja de papel en blanco te está molestando.

– No la necesito – dijo el profesor -. Puedo hacer el cálculo mentalmente. Lo único que necesito es comprender exactamente cómo se va a producir esa biblioteca. Primero, tenemos cada uno de esos cien caracteres. Luego, añadimos a cada uno de ellos cada uno de los otros cien caracteres, de modo que tenemos un centenar de veces un centenar de grupos formado cada uno por dos caracteres. Añadiendo el tercer grupo de nuestros caracteres, tendremos 100 x 100 x 100 grupos de tres caracteres cada uno, etc. Dado que tenemos un millón de posiciones posibles por volumen, el número total de volúmenes es cien elevado a la millonésima potencia. Y, como cien es el cuadrado de diez, obtenemos el mismo número con un diez con dos millones como exponente. Esto significa, simplemente, un uno seguido por dos millones de ceros. Aquí lo tenéis.

– Gracias por facilitarnos tanto la vida – indicó la señora Wallhausen -. Pero,  ¿por qué no lo escribes de la forma habitual?

– No seré yo quien lo haga. Me ocuparía al menos dos semanas, sin perder tiempo en comer o dormir. Si imprimiese ese número, tendría algo más de tres kilómetros de largo.

–  ¿Qué nombre tiene ese número? – quiso saber su hija.

– No tiene nombre. Ni siquiera hay forma alguna en que podamos esperar comprender alguna vez un número así, dado lo colosal que es, aunque sea finito.

–  ¿Y si lo expresáramos en trillones? – preguntó Burkel.

– El trillón de los matemáticos es un número bastante grande: un uno seguido por dieciocho ceros. Pero si expresas el número de volúmenes en trillones, obtendrás una cifra con 1.999.982 ceros en lugar de los dos millones de antes. No sirve de nada; resulta tan incomprensible como el otro. Pero esperad un momento.

El profesor escribió algunos números en la hoja de papel.

–  ¡Sabía que acabaría haciendo eso! – exclamó satisfecha la señora Wallhausen.

– Ya está – anunció su esposo -. Suponiendo que cada volumen tuviera dos centímetros de grueso, y que toda la biblioteca estuviera dispuesta en una sola y larga hilera,  ¿qué longitud creéis que tendría?

– Yo lo sé – dijo su hija -.  ¿Quieres que te lo diga?

– Adelante.

– El doble de centímetros que el número de volúmenes.

– Bravo, cariño. Absolutamente exacto. Ahora, estudiemos esto más detenidamente. Sabéis que la velocidad de la luz es de 300.000 kilómetros por segundo, lo cual equivale aproximadamente 10 billones de kilómetros en un año, lo que es igual a 1.000.000.000.000.000.000 de centímetros, su trillón matemático, Burkel. Si nuestro bibliotecario pudiera moverse a la velocidad de la luz, necesitaría dos años para pasar un trillón de volúmenes. Ir desde un extremo a otro de la biblioteca, a la velocidad de la luz, le representaría el doble de años que trillones de volúmenes hay en ella. Teníamos ya esta cifra antes, y creo que nada puede mostrar con mayor claridad lo imposible que es captar el significado de ese 102000000 a pesar de que, como he dicho repetidas veces, se trate de un número finito.

– Si las damas me lo permiten, desearía hacerle una última pregunta – intervino Burkel -. Sospecho que ha calculado usted una biblioteca para la que no existe lugar en el universo.